sábado, 15 de noviembre de 2014

BRUJERÍA DE COCINA. PARTE I

Se dice que el alma habita en algún lugar recóndito de nuestro cuerpo, y que se queda allí como impávida ante nuestros propios juicios y deseos. A veces ella nos habla pero nuestra existencia en este plano hace que no la queramos escuchar, entonces de a poco se va desvaneciendo y aplaca su sonido para solo ser espectador de nuestros actos.
Para mí el alma recorre nuestro cuerpo dándonos señales por no ser escuchada. En ocasiones un fuerte dolor de estomago puede darnos la señal de que el alma nos dice “¡cálmate!” y en otras ocasiones un dolor de cabeza nos indica que el alma nos dice “¡no pienses!” ¿Cómo podemos nosotros ser tan indiferentes a tan drásticas señales? ¿Cómo podemos volver a conectarnos con aquello tan esencial?
En mi caso la experiencia de la cocina ha sido lo más hermoso que he hallado para volver a escuchar aquello que una vez susurraba tan claro en mi oído como la melodía que tanto me agrada.
Analicemos un poco el origen de la palabra “restaurant”,  significa “restaurativo” refiriéndose a una comida que se ofrecía en el s. XVIII:  un caldo de carne. Otra versión del origen de la palabra restaurante para denominar las casas de comidas, la encontramos también en Francia. Según esta segunda versión, un mesonero llamado Boulanger, al inaugurar la que se podría considerar la primera casa de comidas, puso un eslogan en la entrada que rezaba en latín: «Venite ad me vos qui stomacho laboratis et ego restaurabo vos», que al castellano podríamos traducir como: «Venid a mí todos los de estómago cansado y yo os lo restauraré». De esa última palabra del eslogan derivaría el término restaurante. 
También hay que considerar que en el código de Hammurabi existen referencias a que las hosterías tenían como obligación proporcionar al viajero un plato de sopa caliente y una jarra de bebida fresca junto con una cama cómoda para poder continuar.

El cocinar es estar en contacto con todos los elementos, con lo sutil… con la alquimia. El  poder transformador  de unos ingredientes para convertirlo en un todo distinto donde su objetivo no es solamente saciar una necesidad física, sino restaurar el alma, aliviar las penas, festejar un triunfo, agasajar un ser querido pero también se debe ser consciente que la cocina mal intencionada puede enfermar e incluso matar. Es tan importante el alimento que ingerimos como quien lo cocina, por eso a veces creo que en este mundo de comida rápida no es de extrañar que ingiramos ansiedad en vez de placer.

Aún recuerdo mi primer contacto con la cocina y como aún era una niña, no había perdido del todo el contacto con el alma y la conexión con todo. Mi padre al ver que yo era muy curiosa con lo que mi madre hacía a diario en la cocina decidió subir partes del piso  para que yo pudiera alcanzar la gran mesada y ahí realizar mis recetas. Y así lo hice, con la ayuda de un libro de cocina que mi madre me había dado y sus consejos sobre proporciones me lancé al mundo mágico y culinario. Apenas contaba con 8 años y mi primera receta fue simplemente una torta.
El prestar atención a todos los ingredientes, romper con cuidado los huevos y batirlos con mucho esfuerzo con el azúcar, ver como cambiaba el color de la mezcla y cómo todo iba tomando forma diferente me emocionaba mucho y estaba feliz. Cuidé minuto a minuto la mezcla en el horno hasta que el producto final estuvo pronto para “restaurar”
Recuerdo que ese día mis padres discutían y también recuerdo que el aroma de torta comenzó a invadir la casa haciendo que ellos se detuvieran para halagar el apetitoso olor de mi primera receta. Cuando llegó el momento de servir, todos estaban más tranquilos pero aún disgustados. Al comenzar a comer solo silencio existía, recuerdo que a mí no me conformó mucho mi creación y que pensaba que la próxima vez debía agregar más azúcar y algo de naranja o por qué no canela pero mis pensamientos fueron interrumpidos por las felicitaciones de mis padres… el silencio que había, también se disipó y la conversación entre ellos cambió de rumbo.
Esta historia la entendí muchos años después pero conservo en la memoria mi primera experiencia de cómo tan solo un simple alimento puede transformar un pensamiento y hasta despertar la consciencia.

…Desde tiempos inmemorables y hasta el presente; porque bruja no se hace, se nace: saludos! Bruja del oeste
 Mercedes Pointin  

No hay comentarios:

Publicar un comentario