Se dice que el alma habita en algún lugar recóndito
de nuestro cuerpo, y que se queda allí como impávida ante nuestros propios
juicios y deseos. A veces ella nos habla pero nuestra existencia en este plano
hace que no la queramos escuchar, entonces de a poco se va desvaneciendo y aplaca
su sonido para solo ser espectador de nuestros actos.
Para mí el alma recorre nuestro cuerpo dándonos
señales por no ser escuchada. En ocasiones un fuerte dolor de estomago puede
darnos la señal de que el alma nos dice “¡cálmate!” y en otras ocasiones un
dolor de cabeza nos indica que el alma nos dice “¡no pienses!” ¿Cómo podemos
nosotros ser tan indiferentes a tan drásticas señales? ¿Cómo podemos volver a
conectarnos con aquello tan esencial?
En mi caso la experiencia de la cocina ha sido lo
más hermoso que he hallado para volver a escuchar aquello que una vez susurraba
tan claro en mi oído como la melodía que tanto me agrada.
Analicemos un poco el origen de la palabra “restaurant”,
significa “restaurativo” refiriéndose a una
comida que se ofrecía en el s. XVIII: un caldo de carne. Otra versión del origen de
la palabra restaurante para denominar las casas de comidas, la encontramos
también en Francia. Según esta segunda versión, un mesonero llamado Boulanger,
al inaugurar la que se podría considerar la primera casa de comidas, puso un
eslogan en la entrada que rezaba en latín: «Venite ad me vos qui stomacho
laboratis et ego restaurabo vos», que al castellano podríamos traducir como:
«Venid a mí todos los de estómago cansado y yo os lo restauraré». De esa última
palabra del eslogan derivaría el término restaurante.
También hay que considerar que en el código de Hammurabi
existen referencias a que las hosterías tenían como obligación proporcionar al
viajero un plato de sopa caliente y una jarra de bebida fresca junto con una
cama cómoda para poder continuar.
El cocinar es estar en contacto con todos los
elementos, con lo sutil… con la alquimia. El
poder transformador de unos
ingredientes para convertirlo en un todo distinto donde su objetivo no es
solamente saciar una necesidad física, sino restaurar el alma, aliviar las
penas, festejar un triunfo, agasajar un ser querido pero también se debe ser
consciente que la cocina mal intencionada puede enfermar e incluso matar. Es
tan importante el alimento que ingerimos como quien lo cocina, por eso a veces
creo que en este mundo de comida rápida no es de extrañar que ingiramos
ansiedad en vez de placer.
Aún recuerdo mi primer contacto con la cocina y
como aún era una niña, no había perdido del todo el contacto con el alma y la
conexión con todo. Mi padre al ver que yo era muy curiosa con lo que mi madre
hacía a diario en la cocina decidió subir partes del piso para que yo pudiera alcanzar la gran mesada y
ahí realizar mis recetas. Y así lo hice, con la ayuda de un libro de cocina que
mi madre me había dado y sus consejos sobre proporciones me lancé al mundo
mágico y culinario. Apenas contaba con 8 años y mi primera receta fue
simplemente una torta.
El prestar atención a todos los ingredientes,
romper con cuidado los huevos y batirlos con mucho esfuerzo con el azúcar, ver
como cambiaba el color de la mezcla y cómo todo iba tomando forma diferente me
emocionaba mucho y estaba feliz. Cuidé minuto a minuto la mezcla en el horno
hasta que el producto final estuvo pronto para “restaurar”
Recuerdo que ese día mis padres discutían y también
recuerdo que el aroma de torta comenzó a invadir la casa haciendo que ellos se
detuvieran para halagar el apetitoso olor de mi primera receta. Cuando llegó el
momento de servir, todos estaban más tranquilos pero aún disgustados. Al
comenzar a comer solo silencio existía, recuerdo que a mí no me conformó mucho
mi creación y que pensaba que la próxima vez debía agregar más azúcar y algo de
naranja o por qué no canela pero mis pensamientos fueron interrumpidos por las
felicitaciones de mis padres… el silencio que había, también se disipó y la
conversación entre ellos cambió de rumbo.
Esta historia la entendí muchos años después pero
conservo en la memoria mi primera experiencia de cómo tan solo un simple
alimento puede transformar un pensamiento y hasta despertar la consciencia.
…Desde tiempos inmemorables y hasta el presente;
porque bruja no se hace, se nace: saludos! Bruja del oeste
Mercedes Pointin
No hay comentarios:
Publicar un comentario